La Corte Suprema de Brasil ordenó la prisión domiciliaria para el expresidente Jair Bolsonaro. La medida, que lo obliga a usar una tobillera electrónica, se debe a que incumplió las medidas cautelares que le prohibían usar redes sociales para incitar ataques contra el tribunal
En un movimiento judicial de gran impacto político, la Corte Suprema de Brasil ha ordenado la prisión domiciliaria para el expresidente Jair Bolsonaro. La decisión, tomada por el ministro Alexandre de Moraes, marca un nuevo y severo capítulo en la investigación sobre los intentos de golpe de Estado y los ataques a las instituciones democráticas del país.
Violación de Medidas Cautelares
La justificación de la corte para esta medida fue que Bolsonaro violó repetidamente las medidas cautelares que le impedían utilizar redes sociales de terceros. Según el ministro de Moraes, el expresidente produjo y distribuyó material en las cuentas de sus hijos (Flávio, Carlos y Eduardo), que contenía un "claro contenido que incita a ataques contra el Supremo Tribunal Federal (STF) y un apoyo flagrante a la intervención extranjera en el Poder Judicial brasileño".
Como resultado de esta violación, la orden judicial no solo impone la prisión domiciliaria, sino que también establece una serie de restricciones estrictas. Bolsonaro deberá usar una tobillera electrónica y tiene prohibido recibir visitas, con la única excepción de sus abogados. También se le ha restringido el uso de teléfonos celulares.
Contexto y Repercusiones Políticas
Aunque la orden de prisión domiciliaria se justifica por la violación de las medidas cautelares, se enmarca en un contexto más amplio de investigaciones en su contra por su presunta implicación en un plan para derrocar al gobierno democráticamente electo de Luiz Inácio Lula da Silva. La decisión del STF envía una señal contundente sobre la determinación del poder judicial brasileño de hacer frente a cualquier intento de subvertir el orden constitucional.
Esta medida sin precedentes contra un expresidente agita aún más el ya polarizado panorama político de Brasil y seguramente generará una ola de reacciones en todo el país, tanto de sus seguidores como de sus opositores.
